Hace un tiempo que busco personas que hagan lo mismo que yo acá en Madrid. Tenía la idea de conocer gente, hacer amistades y sobre todo aprender de otros. Con esa intención decidí postear una nota en Substack (como un tweet o un estado de Facebook para los foráneos) invitando a que me escriba gente de la zona. Algunos comentaron, otros dieron like. Quizá si no hubiera aparecido esa persona, yo le hubiera terminado escribiendo a todos—¿a quién quiero engañar? Soy la peor persona del mundo para organizar una juntada. Seguramente hubiera quedado en la nada—Gracias a Dios apareció este individuo, al cual vamos a llamar “Juan”. Él me mandó un mensaje, enseguida intercambiamos números y pusimos lugar y fecha. No es la primera vez que hago esto, aunque admito que yo no lo seguía a él, no había visto nada de lo que escribía y estaba yendo medio a ciegas, pero decidí confiar.
Llegué temprano y me senté en una mesa contra la ventana. No sabía qué esperar de este encuentro. Al ratito llegó él y admito que esperé a ver qué pedía para elegir: eran las 19 hs y podía elegir tanto un café como una cerveza, él eligió un capuchino entonces hice lo mismo.
La charla arrancó bien, fluida. Él era de España y me preguntaba por Argentina, por Milei, la inflación y todas esas cosas que nos preguntan hoy en dia a los argentinos. Después de un rato de responder preguntas, quise indagar por su parte creativa, cómo eran sus procesos y sus inspiraciones.
Sus respuestas eran todas re-preguntas. Parecía un juego o un sketch. Cada cosa que yo preguntaba abría un árbol de otras preguntas que él me hacía sin responder nada. Sentía que me estaba intentando encasillar en algún tipo de prototipo. Cuando me cansé y dejé de preguntar, arrancó él:
“Yo hace unos años estaba como vos”, “no sabía cómo hacer para que escribir me diera plata”,“pensaba que ser artista era ser pobre” “ y yo por dentro pensaba “¿cuándo dije yo todo eso?”pero lo dejé hablar, a ver a dónde iba.
Finalmente lo dijo. Sí, es lo que estás pensando. Me contó de su curso “Artista pero rentable”. De cómo se podía facturar haciendo lo que nos gustaba. Ahí nomás pensé en irme, estaba un poco decepcionado pero a la vez intrigado por saber qué era lo que me quería vender. Finalmente me explicó cómo hace años vendía cursos y asesorías a escritores, que lo hacía en muchas plataformas y me mostró en su página web un montón de reviews con cinco estrellas. Era bueno hablando, sin decirme nada, sin mostrarme un solo recurso, me estaba convenciendo. El problema fue cuando quiso dar su cierre de oro y me ofreció, también, asociarme con él “Vi que tenés comunidad, por cada uno que te compre, te puedo dar un 25%”.
Estaba todo dicho. La cafetería se había llenado de humo y yo no sabía si sentirme mal por casi caer, reírme por haberme dado cuenta o increparlo por estafador.
Él era muy bueno con las palabras, sí, y también detectando expresión corporal, porque no bastó que diga mucho para que entendiera que no iba a ser su presa. Fingio una llamada y se tuvo que ir. Incluso pagó ambos cafés. Yo me quedé anonadado por lo que había vivido ¿Cuántas personas habían sido convencidas por él? ¿Cuántos cafés se había tomado con escritores que buscaban conectar con otros y se fueron enganchados a un curso de vaya a saber qué?
No les voy a mentir, en un momento me visualicé viviendo de lo que escribo y fue maravilloso.
¿Es posible vivir de contar historias, de reflexionar, de vaciar tu cabeza en un papel? Seguramente lo sea.
Pero creo que debe implicar mucho más que hacer lo que me gusta. Para cobrar hay que vender y para vender ¿qué tengo que hacer?
¿Vale la pena una vida en donde mi hobby pague los gastos y se vea influenciada por mi necesidad de vender? “No hables de esto, no toques este tema, publicá de esta forma”
Quizá yo no tenga tanta hambre de vivir de escribir pero no me veo haciendo todo eso. Yo solo quiero contarles una historia aunque no me deje nunca un centavo. Ojo, no juzgo a los que venden, los admiro, pero yo no tengo esa capacidad.
Mientras tanto voy seguir buscando gente para conectar, de quien aprender y voy a intentar que no me vendan nada en el camino.
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