¿Alguna vez hiciste algo en continuado durante un año? No me refiero a trabajar, ir a la facultad o estar en pareja. Hablo de proponerte hacer algo y poder llevarlo a cabo sistemáticamente durante todo un año. Quizá sea algo normal y simplemente haya sido una carencia mía, pero hoy me complace anunciarles que cumplo un año en Substack y que de los últimos 53 domingos, en 50 hubo un texto nuevo. Me cuesta explicar con palabras lo que eso significa para mí, el gran tema de mi vida, por lo que hice todo tipo de terapias y que me tenía muy mal hasta hace no tanto es, lisa y llanamente, la falta de constancia. Empezaba algo, me cansaba, lo dejaba y me invadía la culpa. Por eso mismo entenderán el gran triunfo que significa estar aquí hoy festejando los 50 textos y el año de regularidad en la plataforma.
Escribir siempre fue un deseo, más no, una realidad. Creía que no era capaz, que a nadie le gustaría, que por qué iban a leerme. Hoy publico un texto semanal que leen más de 300 personas y más allá de eso —si bien escribo y publico porque me gusta que me lean— conseguí hacer de la escritura un disfrute absolutamente personal y algo que me hace casi tan bien como jugar al fútbol o cocinar.
El segundo gran problema que siempre tuve, y por lo que también pasé por varios psicólogos, es la falta de vocación, el no encontrar una cosa a la que dedicarle mi vida, algo que me guste tanto y además sea tan bueno que sea inevitable el dedicarme a eso.
Quizá era un poco pretencioso, no hace falta ser el mejor en todo, o en nada, pero algo en mi cabeza no lo entendía y antes de intentar, fallar y ser un mediocre, prefería no hacer nada. Ahora puedo ver lo equivocado que estaba.
Hace tres años, después de incontados arranques y abandonos que empezaron en la secundaria y continuaron hasta ese momento, decidí que quería escribir como modo de vida. Esta vez cambié mi pensamiento, con mucha ayuda externa, y decidí darle a la escritura los tiempos de una carrera universitaria. No me iba a exigir ser Borges a los dos meses sino que me lo iba a tomar con calma e iba a seguir capacitándome mientras avanzaba. Esa decisión lo cambió todo.
Dejé de autoexigirme y empecé a validar el proceso, poco a poco, palabra a palabra. Al principio los textos eran solo para mí, pero con el paso del tiempo adquirí confianza y empecé a mostrarlos. Tuve la gran dicha de tener amigos que le dieron la importancia que yo necesitaba al tema y me leían religiosamente todas las semanas, compartían mis textos con otras personas y me daban sus críticas (¡Gracias Cenadores!).
La carrera avanzaba y yo me sentía cada vez mejor, incluso me atreví a dar un final, o algo así. Escribí un texto pensado para ser leído en un ambiente público, con amigos, sí, pero también con desconocidos, con gente que pasaba, que no sabía quién era yo ni qué iba a hacer. En resumen: fue increíble ver a más de 30 personas escuchando atentamente un texto producido por mí. El clima generado y como frutilla del postre, la emoción de algunos de los asistentes hizo que me diera cuenta que estaba en el camino correcto, que quería hacer eso con mi vida.
Un par de meses después nació este Newsletter y hoy festejo un año con él. Ni yo me lo creo.
Este texto lo estoy escribiendo desde mi trabajo: soy recepcionista de un hostal. Hace un tiempo leí que Murakami trabajaba de eso mientras escribía sus primeras novelas, no pido llegar a tanto. Aunque no estaría mal..
Desde chico me impactó esa frase que le pide al hombre, para realizarse como tal, tres cosas: "Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro". Hijos por ahora no voy a tener, pero gracias a Dios en Australia supe trabajar de jardinero y planté más de uno. Solo me queda el libro que está en vísperas de ser terminado.
Si le hubieran mostrado todos estos avances al Gonzalo de hace unos años, no lo hubiera creído. Pero desde acá le agradezco por cada pasito que dio, cada escalón, que hizo que hoy estemos en el lugar que queríamos estar.
La carrera es larga y falta mucho, pero viendo el camino recorrido no tengo dudas de que voy a llegar a la meta. Les agradezco a ustedes por, cada vez que miro a las gradas, darme el apoyo para seguir adelante.

Si leíste hasta acá y te gustó el texto, te hizo pensar, sentir, te dio bronca, lo amaste o lo odiaste, me gustaría que me lo hagas saber.
No te pido un gran análisis, un par de palabritas están bien, ya sea en los comentarios o en privado.
Si no te gustó, también me gustaría que me lo digas.
Se ha sumado mucha gente nueva a este newsletter en donde escribo sobre lo que pasa en mi cabeza, y me gustaría saber que te pasa a vos, en la tuya, cuando lo lees. ¡Gracias!
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Una vez más, gracias por leer y nos vemos el domingo.
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