Es así, yo necesitaba decírselos, que lo sepan y así no seguir fingiendo.
Soy un impostor, porque así lo siento. No soy un escritor, de hecho, no sé escribir, simplemente lo pude disimular por algún tiempo, pero ahora la verdad sale a flote. No sirvo para esto.
Escribir una novela lo puede hacer cualquiera, pero terminarla no. ¿Será por eso que dilato el final? ¿Será el miedo a darme cuenta que es basura o a exponerme a que alguien más me juzgue?
Deambulo entre la certeza de que todo va a salir mal y la esperanza de que algo me ilumine y finalmente todo cambie, pero no pasa.
Tengo tantas inseguridades, tantas barreras mentales, que solo me puedo excusar en el no hacer, no terminar, no publicar y así nadie se va a enterar de mi fracaso.
Me gustaría ser como esa gente que cree que todo se puede, que no hay nada en el mundo que los frene y que son capaces de atravesar muros en pos de su objetivo. Pero no soy así.
Acá estoy, con una novela casi terminada, buscando qué más agregarle, qué sacarle o qué modificar para no terminarla.
El otro día hablaba con una amiga que me decía que no sea tan duro conmigo mismo, que mi camino había estado lleno de pequeños triunfos y que hacer lo que quiero requiere de un gran valor.
“No es fácil tener sueños y hacerse cargo de ellos”, me dijo, y creo que ahí lo pude ver.
Yo no estoy intentando un ascenso en un trabajo random, no estoy tratando de hacerme millonario o de construir un imperio. Simplemente, aunque de simple no tenga nada, me pregunté a mí mismo qué quería para mi vida y ahora estoy intentando cumplirlo.
El camino por el que avancé, y avanzo, está plagado de trampas que pone mi mente, para que afloje, para que me rinda, para que me conforme con poco y no me esfuerce.
Pero un poquito más allá de cada trampa, una vez que supero la dificultad y sigo mi camino, hay un premio, uno que me hace sentir bien, capaz, suficiente y que me da fuerzas para seguir.
Escribir la novela no fue nada fácil, pero avancé todos los niveles necesarios para llegar hasta acá, y ahora no me puedo tirar para atrás.
Este es el momento. Aunque mi cabeza me juegue en contra, lo voy a hacer igual.
Voy a terminar mi novela y me voy a demostrar a mí, y a todos ustedes, que soy lo que siempre quise ser y que me hago cargo de eso.
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Una vez más, gracias por leer y nos vemos el domingo.
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